¡Joder Miguel!

Una de esas noches, viernes o sábado no recuerdo, chiquilla aun, salí de hueveo con mi patasa del alma, gio, claro, ir de juerga por ahí con ella era visitar algún "hueco" muy bien definido, le encantaban los "machos", esos que ya uno no sabe si son mujeres ahombradas o realmente hombres con su pene real incluido, es pintoresco ver esas escenas típicas aun por algún bar de mujeres casi vestidas como patas, bien masculinos, con una señorita bien producida al lado, a la minifalda, tacos, recontra maquillada, y gio tiene esas preferencias, las respeto, me vacila su onda más no la comparto, a mi me encantan las mujeres, que lo parezcan, y yo aunque podría tener otra actitud entre los cuatro barrotes pues también me gusta parecer y sentirme mujercita, me gusta arreglarme, producirme, etc, y esa noche, llegamos a un bar alejado de Lima, en una zona medio escabrosa, donde había un local de esos, machitos con sus putitas (generalmente) al lado, graciosillas las escenas, nos sentamos en una mesa, y gio a los segundos ya estaba colgada del cuello de un señor-señora de corbata, guayabera y el típico lapicero colgado en uno de los bolsillos, yo me divertía de lo lindo, siempre antes de llegar a esos locales me prometía a mi misma, ¡ni cagando bailo con alguna de ellas! pero cuando ya estaba dentro, era mejor salir a bailar como toda una señorita, porque del solo ver la expresión de cólera del señor que lo rechazara, ¡me moría de miedo! bien señorita me paraba y bailaba con el de turno, pero precisamente esa noche, la cosa estaba re fea, habían un huevo de tiburones al acecho, me miraban como si fuera la última coca cola en el desierto árido y despoblado, ¡carajo! ya andaba medio palteada cuando vi a un chico cerca de mi mesa que me observaba, se me acercó y preguntó si necesitaba ayuda, y le dije, ¡carajo! ¡mucha tiburona hoy día! estoy asustada, mi amiga me deja sola y la verdad ya estoy medio jodida,  a lo que me respondió, no te preocupes, yo te cuido, se sentó a mi lado y se presentó, miguel era su nombre, me sentí totalmente relajada a partir de ese momento, cada  vez que una tiburona se me acercaba, miguel me cogía del brazo y la tiburona se alejaba, le decía continuamente, caramba esta bien ser gay, lesbiana, etc, pero ¿así de machazos? miguelito sonreía y yo seguía apoyada en su hombro, cuando quería ir al baño, se paraba, me cogía de la cintura y me acompañaba hasta la puerta, las broncas en esos locales también eran de primera, cuando algún machito se sulfuraba con otro, casi siempre por los celos de alguna fémina, las botellas volaban por los aires, uno tenia que simplemente fugar o refugiarse debajo de alguna mesa, esa noche se desencadenó una bronca así y miguel muy en su sitio me protegió el cacharro, ponía su cuerpo como barra protectora, gio, estaba en otra, me miraba a lo lejos, sonriente, la noche transcurrió así, bailé algo con  mi amigo de la noche, me dió su tarjeta, se dedicaba a la mecánica, me dijo, flaquita cuando necesites algo para tu auto me llamas no mas, estoy para servirte, yo le daba besitos en la mejilla, y le decía, ¡ay miguel, sino hubiera sido por ti esta noche, me jodía! y lo abrazaba tiernamente, realmente ya parecía mi enamorado de lo amelcochados que estábamos, al salir del local, miguel nos acompañó al auto, me abrió la puerta, ¡carajo! hombres así ya no existen! Ese día casi cambio de rubro, miguel era tan caballero,  subí y me sentí casi en la obligación de corresponderle en algo, me había cuidado y protegido toda la noche sin pedir nada a cambio, me sentía en deuda, me acerqué y le planté un beso en la boca, uno cortito, tampoco era que me lo iba a chapar de alma, los hombres no me gustan, pero un besito algo húmedo, no era para tanto, sonrió después del beso y me dijo, no te olvides flaquita, llámame cuando me necesites, para eso estoy, Gio cogida de su tiburona, me miraba sonriente, y subió al auto conmigo, le dije, ¡cojuda te largaste toda la noche! ¡me dejaste con tanta tiburona al acecho! sino hubiera sido por este pata, miguelito, hubiera hasta sido violada, ¡imbécil! gio, volteó la cabeza, me instaló una mirada directa y me dijo, ¿miguel? si, cojuda, miguelito, ¡hasta taller de mecánica tiene! y me contesta ya con la risa explotando en la boca, ¡estúpida, que miguel ni miguel, ese miguel que tanto te protegió y hasta beso le plantaste, es mujer ¡cojuda! ¡plop! ¡recontra plop! Jamas hubiera imaginado que ese patita delgado pero firme, era mujer, ¡era un pata en todo el sentido de la palabra! y encima se fue con su beso bien puesto en la boca, pero finalmente bien recibido y dado estuvo, porque miguel o miguelina, se portó de la puta madre esa noche conmigo! ¿Que habrá sido de miguelito? ¡ayyy miguelitos del mundo!
Ceana