EL PARAÍSO AZUL"

Miro el mar y siento su sonido como remanso de paz, me acarician los golpes en las piedras ¿Qué más se puede pedir? “La casita azul” que cobija nuestros días en esta isla pequeña es soñada, encallada en una caleta tranquila sin más sonido que el sol y las olas;  por las mañanas caminamos al pueblo por la orilla del mar, a solo diez minutos viendo los pelicanos y botes en altamar, con el sol acariciando nuestros cuerpos casi desnudos, y un vientito delicioso que no perturba la caminata,  nos encontramos con miles de puestitos llenos de preciosuras playeras, diría que Máncora se comercializó demasiado, pero es cuestión simplemente de organizarse, los restaurants para todos los tipos y bolsillos, y juerga interminable para quien venga a ello, pero en la “casita azul” es fácil salir de pobres, con tan solo veinte soles el  mejor cebiche, el soñado, un kilo de chita a cinco soles, un buen camote, la canchita ya hecha a sol la bolsita y unos chifles de 50 céntimos para decorar el plato, los limones a diez por un sol, y “el cebiche” para dos días,  regresar con las compras es tarea fácil, o te cuelgas una mochila a la espalda o te montas en un moto taxi por tres lucas la carrera, regresar del barullo rico de un pueblo playero a la tranquilidad de la “casita azul” es una maravilla, nos tiramos al sol y nos refrescamos en una piscinita natural que se forma a metros de nosotros, el mar con la temperatura ideal, esto es un pedazo de felicidad diaria, por las tardes, las hamacas nos transportan al descanso, ¿Quién dijo que uno se ahoga de calor aquí? El sol brilla desde muy temprano, no sé si será la perfecta ubicación de la casita azul, pero no he sentido ese calor pegajoso, el vientito refresca todo el día mientras uno se dora sin sentirlo,  no me iría jamás solo le cambiaría el primer nombre, porque la encuentro más parecida a un “paraíso azul”. ¡Esto es de ensueño! Gracias china, el mejor regalo de mi vida, tu “casita azul”.