
Se celebró hace poco el día del padre, una fecha más comercial, todo el mundo sale a hacer sus compritas para papi de forma apurada, menos mal que yo muy rara vez espero la fecha, compro con bastante anticipación, así no me atropellan los compradores de último minuto, pero ese día mi papi no estuvo en Lima, así que quedamos para el siguiente martes hacer una parrillita en mi terraza recién reestrenada, toki y yo (que es mucho decir) pintamos la terraza, había estado abandonada por más de 15 años, cuando recién me mude a este departamento, arreglé ese espacio, estaba lindo, pero cuando decidí morir, la terraza también lo hizo, las plantas están muertas, y el abandono era total, cuando toki y yo vimos ese espacio, decidimos reinventarlo, nos falta mucho por hacer allí, pero de a pocos se esta logrando, y toki me dijo muy dulce, -amor, para no estar agachada en la parrilla que hemos armado temporalmente, voy a usar una de las mesas, pondré cartones sobre ella y allí la lata donde arderán los carbones- -ok-, le contesté, llegado el día, mi papi, el querubín, toki y yo estábamos ya en la terraza esperando los ricos anticuchos y chorizos, estos iban saliendo muy buenos de la parrilla, uno tras otro nos deleitábamos con la parrilla de mi toki, después de casi una hora junto al fuego, yo vi por debajo de la mesa una tiras largas anaranjadas que salían de la mesa, ¡la mesa se estaba derritiendo literalmente! grite medio desesperada, ¡se esta derritiendo la mesa!, nadie se había dado cuenta del incipiente incendio, el querubín soltó la carcajada diciendo, -¡esperen, esperen que tengo que tomar una foto! pero las llamaradas de fuego se hacían mas largas, mi papi dirigía a los bomberos de turno, el querubín y yo, corrí dentro de mi departamento a traer agua junto al querubín que ya había tomado las fotos del recuerdo, al sacar por fin la lata con los carbones incandescentes, obviamente la mesa que alguna vez fue parte de la terraza tenia un forado enorme, quemada y chamuscada quedo la pobre, no hubo ni cartones, ni lata con poder para controlar el calor, pero no hay mal que por bien no venga, mi papi al ver la escena dantesca me dijo medio apenado y risueño, -no te preocupes hijita, yo te regalo una parrilla para la próxima- -no vaya ser que quemes el edificio- ya nos reíamos todos juntos, claro, ¿como va a ver una parrilla sin incendio? ¡Si la nota pintoresca la dio la mesa derritiéndose!
CEANA

No hay comentarios.:
Publicar un comentario