Hoy te recuerdo tanto, Mamá

Hoy la recordé, su mirada picara, su sonrisa dibujada como un tatuaje, su inocencia innata, pero no sonreí en el recuerdo, esta vez, lloré, hace tanto que no lloro, pareciera que mis ojos estuvieran secos, pero la recordé esta madrugada y la extrañé como siempre. Era un día como cualquier otro, si, esos que pasaban iguales, cada día estaba más gorda, comía con desenfreno, todo el día en una cama, el sonido del televisor era mi única compañía, me levanté por la mañana, recuerdo a lo lejos que el calor era insoportable, tenia que ir al club, por supuesto en plan de solo algún trámite bancario, tuve que caminar unos doscientos metros y al regresar a mi auto sentí una opresión y angustia en el pecho, llegué a la casa de mi mami, vivía allí durante la semana, ella ya estaba buen tiempo entrando y saliendo de la realidad, jamas dejo de reconocernos, pero su vida se había convertido en una fantasía donde entraba y salia con facilidad, cuando me vio, me pregunto que me pasaba, era una sensación que jamas había sentido, una angustia espantosa, caminaba como un león enjaulado, iba y venia de casa de mi mami a la de mi hermano, que estaba en frente de la suya como un cerrojo, transcurrieron las horas y esa sensación era cada vez más horrorosa, sentía la muerte cerca, mis más de 90 kilos oprimían mi garganta y pecho, mi mami me dijo, -te llevo a emergencia-, tuve miedo que tomara el volante, pero nadie más se ofreció a la tarea, nos separaban como seis kilómetros de nuestro propósito, igualmente subimos al auto y ella manejo, yo iba doblemente angustiada, mi mami no debía manejar ya, pero lo hizo perfectamente, llegamos a una posta medica muy conocida por nosotras, una antigua del barrio chorrillano, cuando entramos donde la doctora que atendía en ese momento, mi mami tomó la palabra y a pesar que yo era incapaz de sentir por causa de los ansiolíticos que dominaban y controlaban mi vida, sus palabras aun retumban y cortan mi garganta, estando enferma ya, medio perdida en sus pensamientos e ideas, dijo, -doctora, ella es más que mi hija, ella es mi amiga, mi mejor amiga, no quiero perder a mi mejor amiga, me quedaría sola, dígale que baje de peso, que se cuide, no quiero perderla.- cuando escuché a mi mami decir eso, mi alma se encogió, sentí que las lágrimas me alcanzaban, pero no lloré, solo respiré profundo y me llevaron a inyectar algo a la vena, fue solo un ataque de ansiedad o quizá un ataque de abstinencia por las drogas que solía meterme cada dos por medio, no lo sé, no volvió a sucederme, eso fue hace más de cinco años, mi mami partió hace cuatro, no sé si podrá ver lo que se vive aquí en la tierra, espero que no pueda hacerlo, ni sufrirlo, pero hoy la recordé con tristeza, mis ojos por fin lloraron después de muchísimo tiempo, mi amiga, mi mejor amiga, esa era mi mami, aunque muchos piensen que no la quiero, que no la valoro, ¡están tan perdidos!, ¡tan equivocados!,  ella y yo eramos las mejores amigas, ella y yo lo sabemos todo, realmente todo...
CEANA